*Naturalidad*

 Siempre me he preguntado por qué la naturaleza humana tiende a mostrar lo que las personas humanas creen, sean sus mejores galas, la cara más atrayente en su opinión, ante los demás, adornando con amistades reales o supuestas, su potencial de amigos y parientes ¿qué se gana con hacer creer que el rico o poderoso de tu pueblo o provincia sea tu amigo o compañero, cuando lo importante debes ser tú y solamente tú ser tu activo más valioso? 

Si das pábulo a alguien para que se luzca y su bagaje no es rico en lo personal, rellena los comentarios con conocidos, a los que aplica el epíteto de amigos en la más honda acepción del término. Y la gente a la que ha visto o se le ha presentado alguna escasa vez, se convierte en sus amigos del alma y compañeros de fortuna e infortunios. 

Yo no soy amigo de plácemes y besamanos, procuro no asistir a eventos que no quiero y que buscan alardes y lucimientos. 

Recientemente he asistido a una lucha a pecho descubierto, entre dos personas que no se veían desde hace muchos años, más de treinta, lanzando proclamas de méritos de hijos y consortes, para que al final, si lo piensan bien, nadie ha ganado nada y todos hemos perdido el tiempo. 

Cuando no existía la fotografía, los pintores cortesanos, pintaban a las horribles hijas o hijos de los reyes para enviar los retratos a los monarcas de tierras lejanas, para que a vista del lienzo se prometieran, en provechosos matrimonios, y la boda se celebrara con el más guapo o guapa, completamente borracho o borracha y con poca luz para que no se viera el espantajo, con el que iba a procrear su malograda estirpe, o la falta de luces, dado el escaso coeficiente intelectual que llevaba consigo el contrayente. Una vez logrado el fin. Ya no había más que decir. 

En ese tiempo eso tenía sentido, hoy debería primar la naturalidad y mostrarse u ocultarse tal cual seas. ¿¡Qué más dará lo que nadie opine de ti?

*B.M.*