*Huidas*


 *Huídas*

Me han castigado infinidad de veces, a mi y a bastantes otros más, yo cada vez que veía las largas manos del cura, queriendo acercarse, (nunca consiguió tocarme), yo salía, digo, en estampida, huyendo, y me escondía el resto del día en lugares que conocía inexpugnables para la Polilla, uno de los curas tocones, así le llamaban. A continuación, un parte de la falta cometida por mi y, castigo, y mi tío recibía la noticia, la recibía mi tío, porque yo había perdido a mis padres en el incendio del 12 de julio de 1979 en el Corona de Aragón, incendio que fue declarado como atentado terrorista, el caso es que mi tío cobró por ello, una suma importante que tutelaba para mí, fue acusado por la fiscalía más tarde por haber utilizado parte del dinero de mi indemnización, pero eso ya no importa aquí. 

Cuando en el “Colegio Seminario Conciliar de la Santísima Trinidad y San Pablo”, ojo al nombrecito, en Segorbe, a tantos de tantos de 1900 y tantos, estábamos los de mi curso en la sala dormitorio (a los más díscolos, despiertos e inaccesibles para el cura Marcelino y el cura José nos ponían juntos en un lugar apartado) por las noches se oían los pasos medidamente silenciosos de los abusadores, dirigiéndose hacia las camas de los más débiles, aniñados y necesitados de cariño -no de ese cariño precisamente- pasos, digo, de horribles presagios y abusos diversos; entonces se producían ruidos que algunos identificaban sexuales. La memoria selectiva que tenemos todos, para curar o parchear los terrenos sangrantes de nuestras vidas, hizo que nadie de los afectados denunciara jamás, por coacciones, miedo y amenazas, aunque Marcelino, cura tocón, si fue objeto de represalias judiciales. De esa promoción solo hubo un sacerdote, lo que sí hubo, lamentablemente, fueron dos suicidios que no se atribuyeron al hecho, no se atribuyó el hecho a la causa posible por el maltrato recibido. La diócesis de Castellón tiene pocas denuncias por parte de los afectados por sus pederastas, saben filtrar y manipular y les han dejado esconder los hechos. Así les va, ricos como Epulones, distantes, con la feligresía alejada y con la beatería que les hace de palmeros en su irrenunciable cometido de augures de castigos y plagas. La bondad y el dinero la guardan para sus amigos y novios/as. En 1960 hubo 9870 seminaristas, en 2023 hubo 793, se lo han ganado a pulso, es la crónica de la muerte anunciada para el sacerdocio de España. Amén.

*B.M.*

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