*Camposanto*


 *Camposanto*

Lo voy a contar, pero que conste que yo no estuve…bueno, si estuve en cuerpo, pero mi alma nunca hubiera sido capaz de protagonizar las situaciones y actuaciones que tuvieron lugar. No se nombrarán a personas, solo hechos y sombras.

Nos trasladaremos a 1964-65-66, a un pueblo que tiene una pedanía amurallada…Allá cada cual.

No teniamos televisión, eso daba patente de corso para hacer lo que acontecía repetidamente. El politico Aznar aún no habían premiado a Pujol con Port Aventura, por los votos que le faltaban para continuar su obra, nos daba igual porque aquí había un lugar misterioso, mágico, místico, embrujador que era nuestro particular parque temático; allá acudíamos a diario, a celebrar nuestros juegos,  arriesgando las más de las veces la integridad física de cualquiera que osara venir.

Aquel cementerio ya estaba abandonado de unos años, por traslado a uno nuevo. El lugar era para nosotros todo lo que hubiéramos podido desear, lugar de encuentro, riesgo, aventura, escalada, destrucción, secretismo…

El concepto de que pudiéramos hacernos daño o de que estábamos infringiendo alguna ley, no entraba en nuestros esquemas. Allí se daba rienda suelta al hombre primario que llevábamos dentro, se abrían tumbas, ataúdes, panteones, jugábamos a  futbol con cráneos o  hacíamos montones de tibias, fémures, peronés, coxis…Lección diaria de anatomia y ninguna infección, era otra época.

Se dieron episodios de llevar cohetes, potentes, (Esto lo cuento en voz en off) y reventar el cadáver, espero que no se nos tenga en cuenta -debe haber prescrito- solo debió ocurrir unas veinte veces.

De esos seres primarios, salieron personas humanas que hoy son médicos, arquitectos, empresarios, ningún cura, agricultores y gente de bien, de todo un poco.

Corríamos como poseídos la aventura de la vida, solo quedaba que nos pusieran en el camino adecuado para que nuestro esfuerzo fuera útil.

Algunos años después se construyó sobre el cementerio un instituto…hoy me contaba uno de los aventureros que en el instituto, cuando jugando al futbol se caía, se tentaba la boca para ver si los dientes que había en el suelo eran suyos o de alguno de los muertos de antaño.

La verdad es que nos divertíamos sin hacer daño a nadie y, oye, allí no había peligro de que nadie nos tocara.

*B.M.*

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

*Huidas*

*Nules News, 2*